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Feliz Navidad!

Hola Chicas! ya está publicado el especial de Navidad, esta hecho con muchísimo amor y Buenos Deseos para el año 2010. Esperamos que la felicidad encuentre un lugar muy grande en sus vidas y que el próximo año este lleno de cosas Buenas.

Con Cariño.

Annie & Cit! <3

Prólogo

¿Cómo podía ser? ¿Acaso mi entera existencia sería así? ¿Acaso estaba condenado a causar dolor y sufrimiento a toda persona que amase? Sabía que algo pasaría, mi intuición siempre me lo indicó; pero ahora que ella no está ya no vale nada, no había razonamiento ni advertencia que funcionase para retroceder el tiempo y evitar que todo esto sucediera y si aun pudiese, si fuese posible volver el tiempo atrás mis manos estaban atadas, inmovilizadas por mi corazón que, aun muerto me gritaba que la amaba irremediablemente; pero eso no hubiese sido problema porque, por ella haría el sacrificio de alejarme, por ella suprimiría la voz que me decía que permaneciese allí. Pero aún así fui tan egoísta como para ponerla en peligro; no había escusas para aminorar mi culpa; hubiese podido irme y entregarme, dejarla creer que seguía siendo el maldito monstruo que ella creía que era. Me odiaría, lo sé, pero por lo menos estaría segura, junto a su familia, lejos de mí.

Millones de pensamientos en imágenes pasaban por mi mente, sus risas llenaban cada rincón de esta oscura habitación, al fin despegue mi rostro de mis manos, ¿cuánto tiempo estuve así? No lo sé. Observé mi reflejo en el enorme espejo que fue testigo de tantas cosas, toda su habitación estaba cómo ella la había dejado aquella mañana; la oscuridad la bañaba y yo estaba allí postrado; observando aquellos ojos que eran parte de mi condena, y la de ella.

Su vida entera dependía de mi y de lo que tanto quería, ¿Sería capaz de sacrificar mi sangre y a mi familia por ella? o ¿sería tan cobarde, de darle la espalda, pese que gracias a ella mi hermana se encontraba a salvo.

martes, 3 de noviembre de 2009

6.- Encuentro Sorpresivo.








Me levanté de aquella silla donde había permanecido durante largas horas, las risas de Félix y Jane eran cada vez más fuertes, sabía muy bien cuál era el motivo, pero yo no veía ninguna gracia. La puerta de madera que estaba frente a mí se abrió para darle paso al rígido rostro de Dimitri, dio una asentimiento para indicarme que era mi turno de entrar, así que caminé con paso aburrido hacia allí rozando con mis dedos las viejas y mohosas paredes de piedra. Al llegar allí tomé entre mis manos la helada argolla de hierro y antes de que pudiera tira de ella la puerta se abrió de par en par con un chirrido.


Di un paso atrás para darle paso al rígido rostro de Jane, traía entre sus manos una pequeña figura cubierta con una capa negra, su cabello rizado color castaño sobresalía de su capucho. Mi pequeña hermana pasó junto a mi caminando lentamente, tomé su pequeña mano y la apreté entre mis besos, rápidamente Alec se interpuso entre nosotros y me observó fijamente. Gruñí desafiante enseñando mis colmillos mientras que él sonreía cínicamente; nunca me dejaban ponerme en contacto con Sara, por lo menos no para tratar temas no oficiales; así que cuando podíamos nos reuníamos furtivamente, sentados sobre el tejado del castillo, o en una de las tantas habitaciones subterráneas del mismo.


Lo que seguía era muy desagradable, a pesar de haber pasado por esto en tantas ocasiones diferentes odiaba tener que seguir haciéndolo una y otra vez, sobre todo por la expresión de Sara, ella soportaba tanto como yo, tener que hacer esta tarea. Félix, me sonreía desde una esquina, mientras yo esperaba la señal de Jane. Sara puso sobre su rostro una máscara inexpresiva, cuando termino su trabajo sabía que se acercaba el momento de hacer el mío. Sara le había quitado sus cualidades al hijo de la luna, había dejado su forma lobuna para siempre, pero nuestras leyes eran inquebrantables, por lo que no podíamos dejar testigos.
Mientras aquel sujeto trataba de reincorporarse, Jane  me hizo una leve indicación; Sara volteo la cara, para no ver; y finalmente yo lo inmovilice, Jane lo torturaba, y disfrutaba mucho haciéndolo, poco después Félix, término por matarlo, descuartizándolo con mucha velocidad, minutos después todos estábamos cubiertos por la sangre de ese pobre hombre.
Jane mostraba una sonrisa de suficiencia, mientras Sara, reflejaba su dolor, pero solo era posible verlo en sus ojos, estaba inmóvil, y cubierta casi por completo por la sangre de aquel sujeto. Félix parecía molesto, a él le gustaban los retos; y desde que yo estaba aquí, eso era prácticamente imposible. Alec se acerco a Jane para palmearle el hombro, ella salió de su concentración, para verle; en cuanto giro en su dirección, el comenzó a limpiar con su pañuelo el rostro ensangrentado de su hermana. Yo no podía continuar presenciando esa escena, y me salí de la habitación con Sara pisándome los talones
En un segundo Alec estaba en medio de ambos, su misión era mantenernos tan alejados como les fuera posible, eso me molestaba sobre manera, él sonreía cínicamente; después lo inmovilicé, Jane llego rápidamente hasta nosotros, y me torturó un poco, con su vocecilla de niña, me indico.
-   Sabes muy bien como están las cosas Andrew, no tiene ningún sentido que sigas con estas niñerías.
Yo trataba de ahogar mis gritos sin mucho éxito, sabia cuanto lastimaba esta situación a mi hermana, y ella ya tenía suficientes problemas con su conciencia; por lo que mi única misión en esta vida era facilitarle las cosas tanto como me fuera posible. 
Ella dejo de torturarme, y yo pude ser libre de sentir nuevamente, pero no por mucho tiempo, Jane me pidió que cerrara los ojos, sabía de sobra por qué lo hacía, era parte de nuestra rutina, los cerré sin muchas ganas de hacerlo, con una mueca me despedí de Sara, mientras Alec me dejaba sin sentido alguno, mientras ellos la alejaban de mi lado.
Cuando recupere la conciencia ella ya no estaba, solo me acompañaban Alec, y Dimitri; yo estaba sediento, y el olor de ese sujeto empeoraba las cosas. y no parecía ser el único, Alec nos pidió que lo acompañáramos a cazar, y eso era poco habitual en él, casi siempre, prefería esperarse a que Heidi nos trajera el alimento, pero hoy parecía ser diferente.
Tanto la habitación como nosotros estábamos impregnados de aquella sustancia, mi boca estaba llenándose más y más de ponzoña mientras que mis ojos iban desde el cuerpo destrozado hasta Alec; nos habían prohibido alimentarnos de los hijos de la luna, debido a que no sabían qué efectos podría causar en nosotros su sangre. Aclare mi garganta intentando en vano ahuyentar las llamas que crecían dentro de ella. Alec seguía mirándome interrogante mientras que mi mente estaba llena por miles de desvaríos.
-          ¿y bien?- dijo él. Asentí firmemente y me pareció ver un vestigio de sonrisa; viro a ver a Félix que rodó los ojos y acepto con un murmullo ronco. Sabía que a pesar de su fingido desinterés a él le urgía un poco de acción también.
Subimos los peldaños desgastados hacia la luz taciturna del anochecer; Alec iba delante de mí, mientras que Félix me seguía sin quitarme los ojos de encima; corrimos arriba unos trescientos escalones mohosos y resbaladizos, finalmente llegamos a la enorme puerta de metal. Alec desabrochó su cadena y abrió la puerta con una pequeña llave ennegrecida que colgaba de su cuello; en un pestañeo él estaba del otro lado de la puerta, di un paso dudoso mientras que me observaba fijamente; miré hacia atrás en el preciso instante en que ambos me miraban vigilantes. Respire fuertemente llenando mis pulmones hasta su límite y los miré fijamente.
-    A ver, mi punto es este. TÚ....-dije con una nota desafiante en mi voz mientras dirigía mi dedo al rostro de Alec.- Me has hecho una invitación para que te acompañe a tu cacería, no es una salida obligatoria; así que si no dejan esta estupidez pues volveré a mi habitación.
Dicho esto atravesé de nuevo el umbral de la puerta pasando frente a ellos sin detenerme a mirarlos; sentí una mano apretar fuertemente mi hombro, me detuve y miré atrás. El rostro de Alec se veía apenado de alguna forma.
-          está bien Andrew, discúlpanos... pero un movimiento en falso y te juro que te...- le interrumpí con un gruñido sordo, él se quedó inmóvil con la mirada perdida, de pronto comprendí que estaba ejerciendo mi don nuevamente sobre él. Me relajé mientras que Alec recuperaba la movilidad de su cuerpo y me miraba con una nota de resentimiento.
Sentía que de alguna manera nuestra balanza se había equilibrado, sin Jane presente, era muy fácil vencerlo, y precisamente por esa razón, Félix continuaba con nosotros. Enarque una ceja, y le lance una sonrisita de suficiencia; el interpelado rodó los ojos, e invito a Félix, a continuar con sus planes.
Yo continué mi camino hasta mis aposentos, hoy tenía ganas de divertirme; para mí, la caza era un arte, un placer, que pocas veces se me permitía darme el lujo de hacer, y hoy disponía de toda la noche. Me quite la ropa ensangrentada, y la sustituí por un cambio menos terrorífico, me bañe rápidamente asegurándome de quedar completamente libre de aquel olor, que pudiera hacerme perder la concentración.


Cuando estuve listo, me dirigí a los túneles que tenían su salida a las calles de Volterra,  nadie noto cuando ascendí; caminé discretamente tratando de mimetizarme con las personas que iban a venían por la plaza, mantenía la mirada gacha para evitar cualquier tipo de contacto visual que me delatara.
Entonces recordé que en mis bolsillos guardaba un par de lentes de contacto que me servían para evitar ese tipo de situaciones, me los coloque sin mucho problema. Duraban realmente poco tiempo, pero era suficiente para atraer a mis victimas. Me dirigí al depósito de autos, que los Volturi teníamos para este tipo de situaciones, ya que no se nos permitía cazar dentro de las paredes de Volterra.
Elegí un Mercedes Negro, todos los autos eran ese color, aunque los modelos variaban, no le preste mucha atención al que había sido de mi elección. Tome las llaves del auto, y me dirigí a la salida. Conduje al máximo de velocidad, tanto como me lo permitía el carro, en cuestión de minutos llegue a mi destino, al poblado más cercano a nuestra ciudad.
Lo estacione en una plaza pública, y me recargue en  él.  Mientras buscaba posibles víctimas una chica llamo mi atención, cheque que las lentes siguieran en su sitio, y parecía que aún les faltaba tiempo para disolverse. Aquella hermosa mujer parecía haber mordido en anzuelo, me miraba fijamente, y olía de una manera exquisita. Enarque una ceja, y le sonreí ampliamente, ella correspondió a mi gesto con otra sonrisa. Entonces camine hacia ella con paso seguro, mientras tenía una mano en el bolsillo, podía escuchar como su corazón se desbocaba con cada paso que daba para acercarme a ella, mientras se me hacia agua la boca.
Extendí mi mano, para pedirle la suya y besarla, sabía que las mujeres adoraban esa clase de gestos, y en mi más exquisito italiano la salude, obviamente no me había entendido, jamás escogía victimas que fuesen nativas de Italia, las extranjeras tenía la facilidad de que no levantaban muchas sospechas. Mi elegida, era norteamericana, rubia con cabello rizado, su cuerpo estaba muy bien esculpido, por las horas que era evidente que pasaba en el gimnasio. Tendría unos 22 años a lo mucho.
Al no tener respuesta suya, opte por saludarla en un inglés con acento italiano, las extranjeras adoraban ese tipo de cosas. Mi magia funcionaba a la perfección. Conversamos brevemente, sobre cosas triviales, me encantaba observar o tratar de adivinar las técnicas de seducción que ellas utilizarían para tratar de atraerme.
Evite en todo momento el contacto de su piel con la mía, para evitar arruinar mi coartada. No paso mucho tiempo, antes de que decidiera que ya era suficiente por lo menos con ella. La invite a caminar por las calles de aquel pueblo, y me ofrecí como su guía de turistas. Ella no tardo en aceptar. La lleve a uno callejón oscuro, no sin antes asegurarme que no había nadie a nuestro alrededor. Una vez que pude comprobarlo, me acerque a ella, dejando muy poco de su espacio personal entre ambos. La acorrale dejándola de espaldas al gran muro que se extendía detrás de ella. Con una mano acaricie su rostro, de alguna manera todas me recordaban a ELLA, me había prohibido mencionar o recordar su nombre, sobre todo en esta clase de situaciones.
Me acerque para besarla, y ella acorto la distancia que quedaba para culminar con ese beso, tembló ligeramente al sentir mi temperatura, pero eso no le impidió continuar. Sus manso se aferraban a mi cuerpo, mientras yo intentaba contenerme, era como una especie de prueba, para saber que tanto podía aguantar. Comencé a besarla, bajando hasta su cuello, y sentir las fuertes pulsaciones que había en esa zona, hizo que acabara con mi autocontrol, mis manos se aferraron a su débil cuerpo; mientras yo hundía mis colmillos en su cuello.
La sangre salía fresca, caliente, y con un sabor exquisito que solo podía brindar la sangre de una joven que se encontrara excitada antes de morir. Ella ahogo un grito en su pecho, mientras yo terminaba con cualquier vestigio de vida en su cuerpo. No paso mucho tiempo, para que su corazón se detuviera, y yo hubiese acabado con su sangre por completo.
Solté su cuerpo flácido y sin vida, mientras me saboreaba las últimas gotas de aquel líquido. Deje aquel cadáver sobre el frio suelo, dejando como único testigo una luna llena que se alzaba sobre mi cabeza, limpié con la manga de mi cazadora negra la gruesa gota de sangre que rodó hacia mi barbilla; caminé de nuevo hacia el auto sin mirar a tras, nunca me había permitido volverme hacia mis víctimas, en sus ojos vacíos veía reflejados la mirada perdida de Ashley aquel día.
Pensar en aquello hacía que una ira enorme me invadiera, cerré la puerta del coche con un golpe tan fuerte que el vidrio de la ventanilla se hizo añicos.
-         Maldición…-murmuré para mí mismo. Encendí el motor y con un suave ronroneo arrancó. Me alejé de aquel sitio tan rápido como daba aquel potente motor, el viento que se colaba por la ventanilla rota me alborotaba el cabello, lo único audible era el murmullo de las ruedas al rozar el asfalto. Los árboles pasaban como una mancha oscura a mi lado derecho mientras que del otro lado podía observar entre los árboles las luces de Volterra.
De pronto, entre los oscuros senderos de árboles se dejo oír un aullido, sabía que se trataba y una mueca de desagrado brotó en mis labios, reduje la velocidad hasta poner el auto en marcha neutral a orillas de la carretera. Otro aullido rompió el aire, pero esta vez se oía lastimero, de dolor.
Me bajé del auto esperando encontrarme con algún vampiro con tiempo ocioso, que regularmente usaban para torturar a los hijos de la luna antes de llevarlos a nuestros “aposentos”. Cerré la portezuela del auto y llamé en voz baja, esperando una respuesta dura como las de Alec y su terrible hermanita monstruo. Sin embargo, la única respuesta que conseguí fue otro aullido más cercano, esta vez se quebró y un sonido de algo pesado desplomarse resonó en medio de aquel silencio. Encorvé una ceja y di un par de pasos recorriendo con la vista aquel lugar, consideré el hecho de acercarme a ver qué sucedía, sin embargo… ¿y si era una treta? Para que yo me acercara, ¿una emboscada? Miré hacia arriba y encontré mi respuesta entre las copas de los árboles; de un salto llegué a las ramas del árbol más cercano a mí y comencé a avanzar sigilosamente.
No es que fuese muy seguro ese método, pero por lo menos tenía un panorama más amplio y podría ver si alguien, o algo se acercasen. Seguí adentrándome a la espesura del bosque, recorriendo cada centímetro con la mirada, de pronto pude percatarme de un ovillo en medio de un claro, fruncí en ceño y permanecí sobre el árbol percatándome de cualquier sonido o movimiento a mi alrededor, sin embargo lo único que pude percibir era una respiración ruda y dificultosa, como si luchara por seguir viviendo.
De pronto una brisa me pego en la cara de manera violenta, el olor a sangre animal me mareaba, trata de enfocarme ver si corría alguna clase de peligro, lo observe durante algunos minutos desde la copa del árbol, hasta que otra ráfaga de aire, le hizo percatarse de mi presencia. Comenzó a estremecerse, el dolor en él, era palpable en su mirada tortuosa y perdida en el vacío, trataba sin mucho éxito alejarse del sitio, se arrastraba o intentaba arrastrarse por el suelo, ayudado de sus patas, la luz de la luna bañaba la pelambre gris de aquella mítica criatura, la hacía platear ante mis ojos, yo no tenía ánimos de tener que continuar con mi tarea acostumbrada, estaba arto de tanto sufrimiento sin sentido, no era muy común que encontrásemos licántropos, a veces nos llevaba meses incluso años, seguir el rastro de alguno y encontrarlo, y justo hoy, cuando lo último que deseaba era ver a otra de esas criaturas, el destino nos juega una mala pasada a ambos y nos pone en el camino del otro.


La criatura comenzó a vibrar y retorcerse, y poco a poco, fue dejando su forma lobuna, para adoptar una figura más humana, Alce la vista al cielo, algunas nubes muy densas habían cubierto a la hermosa luna llena, pude ver con claridad las múltiples heridas que alguien le había infringido, distinguí mordidas vampíricas sobre su piel. Su pecho se ensanchaba y reducía dejando en claro la dificultad respiratoria que tenía y de la que ya me había percatado cuando le había visto como lobo. Baje de un salto, de lo alto de la copa del árbol, aquella criatura, trataba frenéticamente de huir en dirección contraria, realmente me da lástima, más por mí que por él, no quería ni deseaba verme obligado a hacerle daño, y si continuaba con esa actitud me vería obligado a tener que hacerlo.


Una abertura en lo alto de la montaña, escale sin dificultad la ladera de ella, serpenteándola, para evitar que nos viese otra criatura, me adentre tanto como pude,  en las profundidades de la cueva, provocando que algunos murciélagos emergieran de la cueva, algunos metros más adentro, pude observar una piedra lo bastante grande y plana, para poder dejarle en ella, arroje su cuerpo flácido sobre la roca, comprobé por el acelerado ritmo de sus latidos que no había muerto. Espero un poco, hasta que él se despertó, tenía que advertirle sobre el peligro que lo acosaba en estas tierras, y exigirle que desapareciera y no dijera nada sobre mí nunca.
Abrió los ojos de golpe, y después escrutaba el lugar, era poca la iluminación que había en el lugar, pero no era necesaria, ambos podíamos ver perfectamente bien en la oscuridad, de pronto sus ojos se detuvieron en mí, se levanto de inmediato, hasta golpearse con la pared, estaba notablemente incomodo con mi presencia y se rehusaba a darme la espalda, incluso yo no estaba dispuesto a dársela, hasta estar seguro que si le dejaba con vida, podría estar seguro.


-         ¡¿Qué quieres de mí?! ¿Por qué no terminas de una buena vez tu trabajo? estoy harto de sus jueguitos, no hay necesidad de que me tortures, si vienes a destruirme hazlo de una buena vez, no opondré más resistencia.
Sus palabras eran rugidos que emergían desde el centro de su pecho, y su voz era firme, en sus palabras había ese grado de elocuencia, que por supuesto no era algo característico de estas criaturas, esta sonaba mucho más civilizada. Me despegué de la pared, al percatarme que me había agazapado, había sido un acto reflejo. Relaje mis músculos, mientras aquella criatura me lanzaba una mirada furibunda, suspire tratando de controlar el impulso de matarlo, sin quitarle ni un segundo la vista de encima.


Fruncí el ceño y gruñí ordenándole que hiciera silencio, él sabía tanto como yo que de desatarse una lucha él tendría todas las de perder, sus heridas eran abiertas y profundas, y la sangre fluía a borbotones. También estaba completamente desnudo y su cuerpo tiritaba de frío; me deshice de mi chaqueta negra y se la arrojé, esta ya estaba impregnada con su olor, así que de un modo u otro tendría que deshacerme de ella. Él me miró atónito y luego hizo lo mismo con la chaqueta; cubrió su nariz y estiró su brazo tanto como el dolor se lo permitía. Había olvidado lo sensible de su olfato y lo terrible que era nuestro olor dulzón para ellos.


Caminé observándolo por el rabillo del ojo, no pretendía perderlo de vista.


-          Ponértelo o no, es tu decisión, ya bastante me estoy involucrando al salvar a un malagradecido Hijo de la Luna.- dije con un tono tan inexpresivo como me fuera posible, a decir verdad no los detestaba tanto como los demás, nunca me habían perjudicado, además de estar harto de formar parte de sus juegos. Usaban mi poder para inmovilizarlos y así torturarlos para su diversión.


Él gruñó débilmente y un aullido de dolor se dejo oír antes de que un peso muerto cayese sobre el suelo. Mi indiferencia no estaba tan marcada como antes, me acerqué rápidamente a él y lo coloqué de nuevo sobre aquella roca. Aquel chico apenas y abrió los ojos.


-         ¿P-por qué?- dijo en un hilo de voz.- ¿por qué lo haces, por qué me ayudas en lugar de asesinarme?


-         No me retes hijo de la Luna, sabes muy bien que si quisiera te destrozaría en un segundo.- gruñí mientras lo cubría con el sobretodo.


-         Lo sé, y te agradezco tu ayuda.- se limitó a decir. Me observó fijamente y arrugó el gesto por el dolor. Asentí y me quedé de pie junto a él con los brazos cruzados sobre el pecho.- mi manada, casi toda fue asesinada en los últimos cincuenta años.


Abrí exorbitantemente mis ojos, aquellas criaturas desarrollaban una vida relativamente corta, no sobrepasaban los cien años con facilidad. No eran inmortales como nosotros, la única similitud era la indestructibilidad.


-         ¿Cuántos años tienes?- dije al repasar con mis ojos sus rostro aún redondeado y sus facciones aniñadas. Intenté imprimirle la mayor indiferencia que pude.


-         A ciencia cierta, no lo sé… entre doscientos cincuenta y doscientos setenta años.- contestó intentando encogerse de hombros. Aquello era imposible, un hombre lobo nunca sobreviviría tanto tiempo, y con un aspecto tan joven.


Necesitaba ordenar mis pensamientos, antes de tomar una decisión, si era conveniente dejarle vivir o morir, le hice una pregunta, intente que sonara tan casual como me fuera posible


-         ¿Y cuál es tu historia?- él enarco una ceja, y suspiro, tras quejarse de algunas de las heridas que tenía sobre su cuerpo. Se reacomodo, y se puso meditabundo. Pasaron los minutos y nosotros continuábamos sumidos en el silencio. Finalmente reaccionó.


-         Mi historia… Es, es un tanto complicada, me convertí en lo que ahora soy, para salvar a mi hermano de un ataque, desgraciadamente él no sobrevivió al ataque, y a mi... no tuve tanta suerte, esa cosa me mordió y me convirtió en esto. Pensé que sería como los otros hijos de la luna, que moriría al poco tiempo, pero no. Seguí viviendo a lo largo de los siglos. Luego de muchos años me enteré que entre mis ancestros hubo un hombre que fue mordido por un hombre lobo, así que aquella mezcla en mis genes hizo esto.- al pronunciar aquella frase se señalo con la mano.- desde entonces he vivido huyendo, y respecto a tu pregunta, creo que sé muy bien cual es una de las causas, hace muchos años cometí la estupidez de atacar a uno de tu especie, y creo que nunca se le olvido, y desde entonces nos han buscado para matarnos.


Cuando terminó de hablar su cuerpo se sacudió violentamente y un grito desgarrador brotó de su garganta antes de quedar inconsciente. Aquel chico  necesitaba una atención que yo no podía darle, me tenían demasiada ojeriza como para que no sospecharan sobre mis largas ausencias, sin embargo, Sara tenía cierta libertad, a ella se le permitía dar largos paseos por los bosques luego de ocultarse el sol. Ella no había dado motivos para ser vigilada.


Podría cuidarlo y yo vendría de vez en cuando, es más me encargaría de las lunas llenas para que Sara no corriese ningún peligro; mi mente trabajaba rápidamente ideando cientos de situaciones en la que su apoyo podría sernos útiles, ahora, el próximo paso era pedir la ayuda de mi pequeña hermana. Ella era de corazón noble y bondadoso, algo que la ponzoña de vampiro no pudo eliminar; sin embargo era una chica que le gustaba respetar las normas y seguirlas al pie de la letra para evitarse problemas.


Ahora el problema sería ¿Cómo convencerla?

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