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Feliz Navidad!

Hola Chicas! ya está publicado el especial de Navidad, esta hecho con muchísimo amor y Buenos Deseos para el año 2010. Esperamos que la felicidad encuentre un lugar muy grande en sus vidas y que el próximo año este lleno de cosas Buenas.

Con Cariño.

Annie & Cit! <3

Prólogo

¿Cómo podía ser? ¿Acaso mi entera existencia sería así? ¿Acaso estaba condenado a causar dolor y sufrimiento a toda persona que amase? Sabía que algo pasaría, mi intuición siempre me lo indicó; pero ahora que ella no está ya no vale nada, no había razonamiento ni advertencia que funcionase para retroceder el tiempo y evitar que todo esto sucediera y si aun pudiese, si fuese posible volver el tiempo atrás mis manos estaban atadas, inmovilizadas por mi corazón que, aun muerto me gritaba que la amaba irremediablemente; pero eso no hubiese sido problema porque, por ella haría el sacrificio de alejarme, por ella suprimiría la voz que me decía que permaneciese allí. Pero aún así fui tan egoísta como para ponerla en peligro; no había escusas para aminorar mi culpa; hubiese podido irme y entregarme, dejarla creer que seguía siendo el maldito monstruo que ella creía que era. Me odiaría, lo sé, pero por lo menos estaría segura, junto a su familia, lejos de mí.

Millones de pensamientos en imágenes pasaban por mi mente, sus risas llenaban cada rincón de esta oscura habitación, al fin despegue mi rostro de mis manos, ¿cuánto tiempo estuve así? No lo sé. Observé mi reflejo en el enorme espejo que fue testigo de tantas cosas, toda su habitación estaba cómo ella la había dejado aquella mañana; la oscuridad la bañaba y yo estaba allí postrado; observando aquellos ojos que eran parte de mi condena, y la de ella.

Su vida entera dependía de mi y de lo que tanto quería, ¿Sería capaz de sacrificar mi sangre y a mi familia por ella? o ¿sería tan cobarde, de darle la espalda, pese que gracias a ella mi hermana se encontraba a salvo.

domingo, 27 de diciembre de 2009

7.- Volviendo al Pasado




Cuando estuve seguro de que el licántropo podría cuidarse solo, me despedí tan cortes como me fue posible, me negaba a darle la espalda, aunque sabía de sobra, que en el estado que se encontraba, aunque desease hacerme daño, no podría hacerlo. subí por el camino sinuoso de aquella cueva, necesitaba cambiarme de ropa nuevamente, apestaba tanto como aquella criatura, y eso podría delatarme. Además de que tenía una cita pendiente, y si me quedaba más tiempo llegaría tarde, y a Sara no le gustaba esperar. Me las ingenie para escabullirme en las profundidades de Volterra, sin que nadie de la guardia me descubriese.

Llegue a mi habitación, en donde queme la ropa que me había puesto ese día, sabía que no sospecharían de mi comportamiento, puesto que siempre que salíamos de caza y regresábamos, debíamos hacerlo, para evitar la tentación de asechar a una presa, que ya no estaba, éramos sumamente cuidadosos y delicados en cuanto a rastros de sangre se refiere. Mientras me cambiaba, observaba la fogata que tenía en la chimenea, ver la danza del fuego era algo hipnótico incluso para nosotros, aunque en mi caso, estaba sopesando la información que había obtenido de aquella criatura, en este momento sabía más de ellos, de lo que Aro o cualquiera de nosotros, sabía hasta entonces.

Entre otras cosas, él finalmente me dijo que se llamaba Gabriel, y mientras mantuviera su forma humana, sus ojos eran de un intenso verde esmeralda, y después de la transformación se oscurecían, no era un licántropo normal, perdía la conciencia tan pronto se transformaba, y su manada, había estado conformada, por licántropos que él mismo había hecho, y por esa razón, conservaban un poco de civilización, por lo menos la suficiente para poder mantenerse juntos hasta antes de que acabáramos con ellos. Información que por supuesto no ignoraba hasta ese momento. Sanaban normalmente relativamente rápido, pero si uno de nosotros le mordía, no podía morir a causa de la ponzoña, por la concentración de genes lobunos en su sangre, simplemente retrasaba su tiempo de curación tanto como si fuese humano, eso era una mala noticia, él sería incapaz de irse de ahí por su propio pie, hasta que pudiese recuperarse, y yo no podía darme el lujo de dejarle sin vigilancia, sabrían tan pronto lo tuvieran cerca que recibió mi ayuda. Por lo que esa noche sería doblemente importante.

Sonidos de pasos bajando las escalinatas de piedra me sacaron de mi ensimismamiento, eran ligeros y gráciles, su propietario danzaba en el aire suavemente. Abrí la puerta antes de que los nudillos de Sara alcanzaran a llamar, ella sonrió y se lanzó a mis brazos. La abracé durante unos segundos mientas que ella escondía el rosto entre las solapas de la chaqueta que me había colocado poco tiempo antes, sentí como su rostro rozaba mi pecho. Acaricié el cabello de mi hermana al tiempo que bajaba la mirada para encontrarme con sus ojos muy abiertos y curiosos.

-         Hueles a… Chucho, Andrew.- dijo ella arrugando la nariz. Abrí los ojos de par en par y por instinto di un salto hacia atrás. Ella arqueó una ceja y me miró interrogante.

-         Yo, ehm… bueno.- balbuceé torpemente. Miré hacia afuera y agudicé aún más mis sentidos, nadie se acercaba así que me acerqué a ella y la levanté ligeramente del suelo para acercar mis labios a uno de sus oídos.- debemos hablar, pero no aquí. Veme en un par de minutos sobre el tejado.

Ella asintió rayando en la confusión y salió con la consternación que sentía perfectamente dibujada en su fino rostro. Cerró la puerta tras sí y escuché como el sonido de sus paso se desvanecían en el aire.

Solo me quedaba hablar con ella sobre el asunto, y esperaba con todo mi corazón que lo entendiera. Estaba harto casi asfixiado de tanta brutalidad. Me asegure de que no hubiera nadie en los pasillos, y al percatarme de que tenía el camino libre, me escabullí. Al llegar a los tejados, Sara aún no había llegado.

Me senté cerca de la torre del reloj, en la plaza principal, la luna plateaba las calles  mientras las persona continuaban con su vida normal; sentía envidia, por la simpleza de sus vidas, por la libertad que poseían, algo que nunca volvería a tener, entonces cerca de la fuente algo capto mi atención, una luz azulosa iluminaba el rostro de una bella joven, era muy similar a... me sacudí ese pensamiento en cuanto cruzo mi cabeza, pero no deje de observarla ni un segundo, estaba hablando por teléfono, cuando un tipo con otro celular en la mano, comenzó a acecharla, me quede rígido en mi sitio, y sin pensarlo dos veces me agazape, estaba a punto de atacarlo, cuando ella se giro para colgarse de su cuello y recibirlo con un beso, al ver que ella lo reconocía me relaje de inmediato.

Comencé a sentir una extraña sensación en la boca del estomago, y como un inmenso vacío se abría paso en mi interior, era lo mismo siempre que tenia la mala suerte de presenciar una escena de ese tipo, deje de mirarlos para encontrarme con la mirada divertida de mi hermana.

-          Es divertido observarlos a veces ¿verdad?- Ella se sentó a mi lado, apuntando en dirección a la pareja que yo estaba espiando. suspire, lo que ocasiono que ella soltara una risita burlona. -Lo es, cuando no te aburres de las mismas costumbres y las mismas palabras, es como si vieras una y otra vez la misma película, los humanos son tan predecibles que lo único que cambia realmente en ellos son los tiempos y la ropa que utilizan, todo lo demás es harina del mismo costal.- Sara me observaba de manera desaprobatoria, me encogí de hombros y ella giro los ojos.- Muy bien Andrew ¿por qué tanto misterio?, explícame por favor, y ¿¿por qué aún hueles a chucho??

-         Ash, tengo algo que decirte.- dije en un susurro apenas audible, a pesar de que ninguno de los de la guardia sabía de nuestras conversaciones, ni las locaciones donde estas se daban, yo hablaba entre susurros. Lo menos que quería era meter a mi pequeña hermana en problemas y hacerla pasar un mal… ¿trago?

-         Vamos Andrew.- me apremió.

-         Bueno, bueno… lo que sucede es que.- comencé, solté un bufido y proseguí.- he ido a cazar hoy…

-         ¿Qué? ¡Andrew! Sabes que no podemos salir sin consentimiento.- me interrumpió. La observé con mi mejor mirada de ironía y ella se cubrió los labios con ambas manos.

-         Cuando venía de regreso, escuché algo en el bosque.- comencé, poco a poco le expliqué detalladamente lo que había pasado con aquel hijo de la Luna, ella me observaba con ojos como platos mientras yo relataba lo que había sucedido.

Cuando finalmente terminé ella me observaba fijamente, sus cejas estaban arqueadas y su expresión era indescriptible. Sus manos se aferraban a la tela de su falda, agradecí al cielo que fuese tan resistente aquel material, debido a que sus nudillos estaban aun más blancos debido a la fuerza que calaban.

-         E-entonces, tienes un hijo de la luna escondido en una caverna.- titubeó ella con un hilo de voz, miraba algún punto vacio detrás de mí.

-         ¡Ajá! En la montaña, del lado sureste.- dije más calmado.- y, otra cosa Ash…

Ella me observó atónita y asintió firmemente, sabía que no quería pronunciar palabra y eso me ponía aún más nervioso, ¿qué pasaría si ella se negase? ¿Dejaría morir a aquel chico? ¿volvería yo a ver a Gabriel?

-         él, como te dije, está muy mal. Casi no puede moverse y sus heridas son muy profundas.- comencé.- así que necesitará a alguien que cuide de él, por lo menos hasta que sane por completo…

-         Así que quieres que yo lo haga.- dijo ella secamente. Mi estómago se hizo un nudo y casi pude percibir el movimiento de la sangre que había bebido hace un par de horas dentro de él. Asentí torpemente y ella negó con la cabeza.- ¿acaso te has vuelto loco? ¿crees que no sospecharía?

-         A ti te permiten salir Ashley, ¿qué diferencia habría?

-         ¡UN HORRIBLE Y CASI SABOREABLE OLOR A CHUCHO!- casi gritó. Abrí mis ojos de par en par y detuve mis manos que instintivamente se habían movido para intentar cubrir su boca.

-         Podemos encontrarle solución Ash, pensaré en algo, pero lo más importante. ¿lo dejarías morir?- dije, sabía que había dicho las palabras correctas. Ella me miró con ojos vidriosos y negó con la cabeza.

-         Sabes muy bien que no, nunca permitiría una muerte en vano, sabes que no podría.- dijo ella con una nota histérica en su voz.

La mire fijamente, el pánico comenzaba a apoderarse de ella, sabía muy bien qué clase de imágenes podrían estarla perturbando.

-         Tranquila Sara, todo estará bien, es por esa razón que necesito tu ayuda- ella tomo mis manos y comenzó a temblar, de repente pude percibir como sollozaba tratando no de hacerlo, tan silenciosamente como le era posible. La rodee con mis brazos, ella permaneció sollozante y dubitativa durante mucho rato, y yo continuaba brindándole mi apoyo en silencio.

Finalmente su respiración se volvió un poco más acompasada, apretó aún más sus manos con las mías, y me miraba de frente, tenía una resolución para nuestro pequeño problema, podía leer eso en su semblante, a pesar de que ella intentara que fuera inexpresivo.

-         Muy bien Andrew, te ayudare, hasta donde me sea posible- Ella miró sus pies mientras yo intentaba ocultar mi sonrisa complacida, lentamente levanté su mentón con mi dedo índice y la mire para inspirarle tanta confianza como me fuese posible.

-         Todo saldrá bien Sara, confía en mí.- dije modulando cada palabra más de lo necesario. Ella sonrió con semblante lacónico y me miró. Sus ojos ya no tenían el inhumano tono carmesí, sino que habían pasado a un duro color negro. Recorrí la zona bajo sus ojos con mis dedos y ella entendió mi mensaje.

-         Lo sé, ya debo irme, Heidi y Jane deben estar esperando.- dicho esto se levantó grácilmente y comenzó a caminar lentamente hacia la escotilla que solíamos utilizar para llegar allí.

-         ¡Sara!- exclamé llegando hasta ella y tomando su fino brazo entre mis manos. Ella se limitó a mirarme el rostro con expresión vacilante y los ojos abiertos de par en par.

-         Te amo hermanita.- dije sin dudar, dedicándole una amplia sonrisa. Sus ojos brillaron y correspondió a mi gesto.

-         Y yo a ti Andrew.- dicho esto bajó cuidadosamente la escotilla a velocidad vampírica cerrándola tras sí con un suave golpe.

El sonido que había producido la escotilla al cerrarse retumbaba en mi cabeza, realmente había sido casi silencioso pero no conseguía sacármelo por el simple hecho de que ignoraba cuando vería de nuevo a mi hermana, por alguna razón ella era la única conexión que conservaba con mi lado humano, con el verdadero Andrew, era la única persona en el mundo que me quedaba, y la única que me recordaba que no era un completo monstruo.

Me quede un rato más, mirando hacia la nada, recordando cuando podía gozar de mejor compañía para mi soledad. Con los ojos perdidos en el vacío, recordé mis primeros años como vampiro. Mi memoria retrocedió al momento en que mi Ashley había muerto. Estaba acostado sobre la tumba que había hecho yo mismo para mi ángel; abatido y consumido por el dolor, no sabía cuánto tiempo había permanecido sumido en mi sufrimiento, él vampiro que me había ayudado a mantener a Sara fuera de esto, se encontraba a solo unos pasos de distancia de mi,  salí de mi estupor en el mismo momento que él se acerco para tocarme y tratar de llamar mi atención, mi reacción fue demasiado, pero no estaba muy consciente de lo que hacía, me agazape y me aleje de él tanto como me fue posible, no estaba dispuesto a darle la espalda así que me pegue a un árbol, entonces levante la mirada y pude ver que Sara se encontraba detrás de él, asomando la cara por encima de su hombro. Aquel hombre  tenía una mano empujándola detrás de él, y la otra la estiraba hacia a mí en gesto que buscaba apaciguarme.

En cuanto me di cuenta de ello relaje mi postura, el sujeto suspiro fuertemente de alivio, para presentarse.

-         Tranquilo Andrew, no queremos lastimarte- al notar que me tranquilizaba bajo la mano y también relajo su postura, aunque continuaba manteniendo a Sara detrás de él, trato de ser sutil, pero no pude ignorar la persistencia de mantenerla detrás de él.- Mi nombre es Eleazar.

Extendió una vez más su mano para estrecharla con la mía, a lo cual finalmente accedí, extendiendo la mía. Me despegué del árbol de un salto, sin embargo un dolor parecido a llamas abrasadoras se alojó en garganta, haciendo que mis manos volaran hacia mi cuello y cayese con un fuerte golpe sobre el suelo.

Escuché como Sara soltaba un gritito y corría hasta mí. Sentí sus manos sobre mi frente y quitando el cabello de mis ojos. Ella repetía mi nombre una y otra vez mientras que yo me desesperaba cada vez más debido al terrible dolor.

-         ¡Eleazar!- chilló ella, su voz se quebró en la última silaba haciendo que el nombre de aquel sujeto se deformara. Él se acercó con un paso inadmisiblemente lento y se situó junto a ella.- ¿Qué pasa?

-         Él está bien pequeña, simplemente no se ha alimentado en más de tres semanas.- dijo mientras que entre mis ojos entrecerrados intentaban escrutar su rostro. ¿TRES SEMANAS? Repetí en mi fuero interno, no podía ser, era imposible.

-         ¿Andrew?- dijo su voz gruesa y autoritaria. Abrí los ojos lentamente para encontrarme sus ojos escrutándome lentamente. Intenté gruñir en vano, sin embargo lo único que obtuve fue que el dolor incrementase haciendo que me retorciera.

En cuanto el dolor cedió un poco levante la vista, y me puse pie, Eleazar volteaba a ver a mi hermana, hasta que finalmente regreso la vista hacia a mí, y el mismo tono firme que había utilizado antes dijo

-         Sara, déjanos a solas, debo explicarle a Andrew las reglas- Hizo un hincapié en las últimas dos palabras, ¿Qué clase de reglas tendría que explicarme? sabía que había cambiado que algo era diferente, el simple hecho de mi manera de percibir el tiempo había cambiado significativamente y sabía que si hubiera sido humano, en tres semanas si probar alimento alguno ya estaría muerto y sin embargo aquí estaba. Sara dudo unos segundos, y finalmente desapareció entre los arbustos, Eleazar la seguía con la mirada hasta que perdimos su pista por completo. Él regreso la vista a mí, y avanzo algunos pasos.-Hay muchas cosas que debes entender Andrew pero antes de eso, vamos a cazar.

Ese día Eleazar me explico lo que necesitaba saber sobre como cubrir mis necesidades básicas, me enseño a cazar, a sobrevivir en el mundo al que ahora pertenecía, fue sumamente paciente conmigo, contesto absolutamente todas mis preguntas. Por alguna razón, me inspiraba confianza, por lo menos la suficiente para permitirme desmoronarme nuevamente frente a él, al entender la realidad que ahora me torturaba.

Ese día no solo comprendí mi nueva naturaleza, también pude entablar una verdadera relación amistosa con otro de mi especie, alguien a quien no solo considere mi mentor, también tenía la fortuna de poder llamarle amigo. Uno al que aún extrañaba. Desde que Eleazar se había ido, había dejado un hueco en nosotros, sobre todo en mí y en mi hermana, ya que era la única conexión existente entre ambos. en la actualidad podía verla, pero cada vez debía ser más esporádico, dado que nos mantenían en constante vigilancia.

Mi primera muerte, fue algo simplemente terrorífico, era un alivio saber que no tenía la necesidad de dormir, porque de haber podido hacerlo seguramente mi conciencia no me hubiese dejado llegar muy lejos, y sin embargo extrañaba poder hacerlo. Ese día fue el primero de mi existencia, o así lo considero, dado que durante mi primera semana como inmortal era consciente solo de mi lacerante dolor.

Mi primera clase de caza, fue sumamente espeluznante, fue en ese momento, cuando veía a una hermosa joven dar el último suspiro con el cual su vida se iba al vació, cuando comprendí que esta era real, pude ver la tristeza en los ojos de Eleazar, él también moría cuando su víctima lo hacía. Era algo tan doloroso como repulsivo, y sin embargo escuchar aquel corazón latir había representado la constatación de un hecho, sobre todo cuando fui consciente de lo sorpresivamente apetitoso que resultaba escuchar su flujo sanguíneo.

Espere mi turno en el oscuro callejón, cuando pude escuchar como dos jóvenes amantes se adentraban en el pasillo, con sus respiraciones entrecortadas y sus corazones latiendo de manera desenfrenada. Simplemente no me pude resistir, fue más un impulso que un acto racional. Cuando pude volver en mi, fui consciente de los cuerpos que yacían sin vida a mis pies, sus vidas habían sido suficientes para aplacar la sed que me consumía.

Los observé una vez más antes de darme la vuelta, a pesar de que sus gargantas estaban destrozadas fieramente pude divisar como, de los ojos de aquel hombre seguían brotando lágrimas de dolor; en ese instante lo envidié, podía dejar correr su profundo olor, físico o emocional, en forma de aquellas pequeñas gotas salubres. Me acuclillé junto a él y con un suave roce cerré sus ojos para siempre; en ese momento fui consciente del cuerpo de la chica que estaba tendido a escasos centímetros, sus ojos sin vida veían un vacío infinito. El dolor volvió, sentí de nuevo como el mismo vacío mortecino se abría paso en mi interior; emití un rugido casi animal y corrí en dirección contraria.

No fue sino hasta que pasaron varios minutos que me percate que Eleazar me pisaba los talones, me detuve en seco y el se situó varios pasos detrás de mí; apreté mis manos en puños y me concentré en lo que me rodeaba para aminorar la punzada de dolor que atacaba mi muerto corazón, no fui consciente cuando caminé dando grandes zancadas hacia un gran roble, y con un golpe seco de mi puño y un fuerte crujido se partió a la mitad. Nos quedamos allí, los dos en silencio; ninguno se atrevía a decir una palabra al otro. La lluvia comenzó a arreciar y las gotas de agua chocaban contra mi cuerpo, casi imperceptibles, una fina bruma cubrió rápidamente la zona boscosa donde nos encontrábamos; imaginé como estaría si aun fuese humano, de seguro tiritando de frío, helándome, sin embargo ahora mi propio cuerpo se había convertido en una coraza que, aunque me protegía, me aislaba junto a mi dolor.

No sé cuánto tiempo estuve ahí, pero cuando finalmente mis demonios se disiparon, el sol ya estaba en su punto más alto, Sentí como la mano de Eleazar se apoyaba en mi hombro, me viré para observar su joven rostro lleno de compasión.

-          Andrew, ¿Te encuentras mejor?- preguntó él.

Asentí firmemente tratando de poner en mi rostro una sonrisa creíble, él me correspondió con una propia y continuamos con las lecciones. Poco a poco Eleazar se fue convirtiendo en mi mejor amigo y confidente, nos hicimos compañeros estrechos al llegar a Volterra y unirme a la guardia; y es por eso que me sentí desolado cuando él desertó.

No fue muy difícil para Aro aceptar que me uniera a ellos, pero si lo fue, la primera vez que me tuve que enfrentar a su cuidadoso examen, podía sentir como examinaba cada rincón de mi mente, mientras me sentía excesivamente expuesto, consciente por primera vez de esa clase de desnudes mental. Que él parecía disfrutar.

Convivir con el resto de la guardia, era un tema diferente, que Eleazar me ayudo a sobrellevar. Sabía mantenerme lo suficientemente lejos, para no meterme en problemas, pero tan cerca, que Aro no sospechase nada, sobre mi repulsión hacia ellos, de la que no se entero hasta que Eleazar decidió irse, afortunadamente lo que sabía sobre Carmen, la vampiresa con la que él escapo, era realmente escaza, y lo suficiente para mantenernos con vida a Sara y a mí. Pero también lo fue, para asegurarse de mantenernos aún más distanciados, sobre todo ahora que sabía de nuestras reuniones secretas gracias a la intervención de mi amigo. 

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