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Feliz Navidad!

Hola Chicas! ya está publicado el especial de Navidad, esta hecho con muchísimo amor y Buenos Deseos para el año 2010. Esperamos que la felicidad encuentre un lugar muy grande en sus vidas y que el próximo año este lleno de cosas Buenas.

Con Cariño.

Annie & Cit! <3

Prólogo

¿Cómo podía ser? ¿Acaso mi entera existencia sería así? ¿Acaso estaba condenado a causar dolor y sufrimiento a toda persona que amase? Sabía que algo pasaría, mi intuición siempre me lo indicó; pero ahora que ella no está ya no vale nada, no había razonamiento ni advertencia que funcionase para retroceder el tiempo y evitar que todo esto sucediera y si aun pudiese, si fuese posible volver el tiempo atrás mis manos estaban atadas, inmovilizadas por mi corazón que, aun muerto me gritaba que la amaba irremediablemente; pero eso no hubiese sido problema porque, por ella haría el sacrificio de alejarme, por ella suprimiría la voz que me decía que permaneciese allí. Pero aún así fui tan egoísta como para ponerla en peligro; no había escusas para aminorar mi culpa; hubiese podido irme y entregarme, dejarla creer que seguía siendo el maldito monstruo que ella creía que era. Me odiaría, lo sé, pero por lo menos estaría segura, junto a su familia, lejos de mí.

Millones de pensamientos en imágenes pasaban por mi mente, sus risas llenaban cada rincón de esta oscura habitación, al fin despegue mi rostro de mis manos, ¿cuánto tiempo estuve así? No lo sé. Observé mi reflejo en el enorme espejo que fue testigo de tantas cosas, toda su habitación estaba cómo ella la había dejado aquella mañana; la oscuridad la bañaba y yo estaba allí postrado; observando aquellos ojos que eran parte de mi condena, y la de ella.

Su vida entera dependía de mi y de lo que tanto quería, ¿Sería capaz de sacrificar mi sangre y a mi familia por ella? o ¿sería tan cobarde, de darle la espalda, pese que gracias a ella mi hermana se encontraba a salvo.

miércoles, 14 de octubre de 2009

1.- Sara.




Me encontraba observando el ocaso del día, una ligera brisa mecía algunos mechones de mi pelo, Sara revoloteaba cerca de donde me encontraba, se hacía tarde, y nuestros padres no tardarían en buscarnos. Habíamos ido al viñedo de paseo. El cielo mostraba sus primeros destellos naranjas, y yo observaba la silueta de mi hermana mientras paseaba entre la cosecha de uvas.

Sara, era pequeña y frágil, y en ese momento, el centro de todo mi mundo. Siempre contaba con ella, para cualquier cosa. De pronto la escuche gritar mi nombre entre sollozos; me incorporé sobre mis pies de un salto haciendo que los enormes tirantes que me había regalado mi padre cayeran por mis brazos hasta quedar colgando. Corrí en dirección a donde provinieron los gritos. Al llegar Sara estrujaba sus ojos con el revés de sus manitas; había caído en medio de un charco de lodo y su colorido vestido color rosa estaba repleto de Fango, el lazo que llevaba sobre sus rizos color canela se encontraba torcido y caía graciosamente sobre su oreja derecha.

Me observó con sus grandes ojos azules repletos de lágrimas y extendió sus manos hacia Mí; la levanté sobre mis brazos sin mucho esfuerzo y camina con ella a cuestas hacia   nuestra casa de veraneo. Aunque era mi hermana gemela, era tan pequeña que pareciese que yo le llevara un par de años. No me gustaba verla triste, así que para animarla decidí comenzar, una pequeña batalla en donde se involucraba el lodo; mi madre era sumamente estricta con nosotros, yo sabía que si la veía de aquella manera la castigaría, por irresponsable, y de esta manera yo podía culparme por lo ocurrido.  Así que la tomé en mis brazos y con un fingido paso en falso ambos rodamos por el suelo, dejando nuestros conjuntos hechos un desastre. Sara me observó con los ojos como platos y una oleada de pánico me atravesó, de pronto sonrió y un punto de malicia se abrió paso en sus pupilas, abalanzándose sobre mí y sosteniéndose de mi cuello con sus manos. "¡miren el desastre que se han hecho! parecen unos... salvajes" escuche la voz de mi madre abriéndose paso en mi cabeza. "pero mamá... todos los otros niños salen a jugar luego de hacer sus deberes" "ustedes no son como los otros niños Andrew.... ¡entiéndelo! es hora de que crezcan como respetables miembros de una sociedad como la nuestra"

Una mueca de desagrado debió aflorar en mis labios, porque Sara se detuvo en seco con una bola de lodo entre sus manos. Después solo pude sentir el impacto de aquella masa lodosa en mi pecho, y continuamos nuestro juego, mientras ignorábamos los gritos frenéticos de mi madre, llamándonos al orden. Corrimos por toda la cosecha, siendo lo suficientemente cuidadosos de no maltratarla. Los jornaleros reían mientras observaban como iba la batalla. Al final de la cosecha, me escondí sigilosamente, mientras Sara continuaba buscándome; estaba distraída volteando en dirección contraria a donde yo me encontraba. La tome por la cintura y la puse sobre mi hombro, como si estuviera cargando un costal, ella parecía sumamente divertida. Extendía los brazos y me pedía ir más rápido, los racimos de uvas pasaban rápidamente alrededor de nosotros. Había llegado el momento de que regresáramos a casa, para ducharnos, mi madre tenía invitados a cenar, y se hacía tarde. Cuando llegamos nos esperaba, una muy molesta ama de llaves, y la nana de Sara, que ya tenían listos nuestros respectivos baños.

Luego de un largo baño la señorita Marshall, nuestra ama de llaves, me preparó aquellos conjuntos calurosos y elegantes que despertaban la fascinación de aquellos que se fascinaban en apretar mejillas. Me vestí colocándome unos pantalones marrones junto a una camisa blanca y un chaleco a juego, acompañando, claramente de mis mejores zapatos. Suspiré fuertemente y coloqué cara de desagrado al verme en el espejo, mi cabello, castaño y alborotado caía sobre mis ojos dándome un aspecto gracioso; el solo imaginar el gesto de mis padres si salía así ante sus invitados de negocios sería algo impagable. De nuevo, la señorita Marshall me saco de mis ensoñaciones; apareció por la puerta con un enorme peine de cerdas y comenzó a tirar de mi cabello hacia atrás "para parecerme a mi padre".

Sabía de sobra que Sarah no estaba en medio de un campo de rosas. Pero, de seguro no le iba tan mal; la señora Jones, su nana desde que nació era una mujer regordeta y rechoncha, su piel negra hacía un raro contraste con sus ojos amarillos; según ella algo que heredo de sus padres. Ella nos contaba largas historias sobre su vida y lo que había pasado, y siempre intentaba encubrirnos en nuestras travesuras. Cuando por fin estuvimos listos nos dirigieron hasta uno de los enormes sillones del recibidor, donde nos ordenaron estar quietos; sin embargo una risa irrumpió de mi pecho cuando vi a Sara, estaba metida en un vestido largo color amarillo, acompañado de una ridícula sombrilla. Su cabello estaba recogido en dos coletas que iniciaban con enormes lazos a juego. Sus mejillas se encendieron y frunció el ceño antes de comenzar a golpearme el brazo.

Parecía a las muñecas que mi padre le regalaba cuando regresaba de sus múltiples viajes de negocios. A mi madre no le causo ninguna gracia mi risa, y carraspeo la garganta para demostrarme su molestia, su mirada era sumamente intimidante, era capaz de aplacar al más travieso de los niños. Esto fue suficiente para que recobrara mi postura seria y solemne. Mi madre viro en nuestra dirección mientras yo tomaba el brazo de mi hermana, para escoltarla a la siguiente habitación en cuanto llegaran nuestros invitados; ella nos alecciono, sobre mantener la postura correcta, y decir las palabras indicadas en el momento propicio; de acuerdo a su breve discurso, era una noche de suma importancia para la familia, pero en especial para Sara; a quien le tenían una agradable sorpresa. Cualquier cosa que tuviera que ver con ella y con su vida, era la suficientemente importante para mí, como para guardar la compostura necesaria.

Esperamos en aquel salón varios minutos; Mi padre me observaba fijamente hinchando su pecho orgulloso, sabía que a mis escasos quince años tenía un aspecto de alguien mayor, mientras tanto mi madre nos espiaba por el rabillo del ojo esperando que hiciéramos algo "indebido". De pronto las enormes puertas de roble se abrieron de par en par dejando ver a James, nuestro mayordomo que anunciaba a los famosos invitados. Al finalizar, atravesaron el umbral de la puerta la esperada familia Smith. La mujer, tenía una larga melena dorada que caía lacia sobre su hombro, sus ojos Azules como el zafiro brillaron mientras detallaba el lugar y se detenía observando crítica a la pequeña Sara. A su lado estaba el que parecía ser su esposo, un hombre bajo y barrigón con unas enormes gafas que empujaba incesantemente a su hijo. Oliver Smith, como lo presentó nuestro padre; un chico alto y flacucho, con el cabello lacio y pelirrojo nos observaba a Sara y a mí con malicia, sus ojos, negros como el azabache eran sombríos y sus labios no mejoraban mucho las circunstancias.

   Había algo en aquella visita que no terminaba de agradarme, yo tome el brazo de mi hermana, cuando mi madre comenzaba a indicarles el camino al comedor; ella me indico con un gesto que le permitiera al muchacho escoltar a Sara; ella me miro, y su rostro reflejaba un poco de miedo combinado con sus nervios, así que pese a la evidente molestia de mi madre y la de sus invitados, me negué a cederle ese honor a aquel muchacho. Cuando llegamos al comedor, lleve a mi hermana a su lugar acostumbrado, y pude ver sin sorpresa, como mi madre indicaba al joven que se sentase a lado de Sara, yo tome mi lugar frente al asiento de mi hermana. Tenía una vaga idea, muy certera, de lo que esta cena podía significar, pero mientras él no le agradase a mi Sara, yo me encargaría de estropearle la velada.

   Durante la cena, la estancia se lleno de una corriente eléctrica que me ponía los nervios de puntas, Oliver seguía escrutando el rostro de Sara mientras que ella me tenía la mirada fija para evitar romper en lagrimas; estaba comenzando a frustrarme, mi hermana contenía el llanto y yo no podía hacer nada, nuestros padres intercambiaban malos chistes sobre el golf y risillas tontas con los Smith mientras que los mayordomos y criadas entraban y salían con platos repletos de comida. Mi estomago y mi cabeza daban vueltas, tenía que ver a mi hermana sufrir de esa manera sin poder hacer nada. En este momento solo quería tomarla de la mano y sacarla de este infierno, pero la rígida mirada de mi madre me advertía que no podía siquiera moverme sin una paliza como castigo
   La verdad no me importaba recibirla, pero sabía que esto haría sufrir más a la pequeña Sara. De pronto pude sentir una ligera variación en el ambiente, estaban por servir el postre, Sara intercambio conmigo, una mirada de alarma, parecía que se acercaba la hora que llevábamos temiendo desde que teníamos conciencia de cómo funcionaba el mundo a nuestro alrededor. Mi padre se aclaro la garganta y sosteniendo una copa de su mejor vino en la mano se dispuso a dar aquel temible anuncio. El señor Smith se puso en pie, esperando sonriente el veredicto de mi padre. -Esta noche nos hemos reunido para celebrar un momento muy importante en la vida de nuestros hijos, no ha sido una tarea fácil, pero siempre he estado a favor de buscar lo mejor para ti, mi querida niña. Los señores Smith y yo, hemos convenido vuestro matrimonio, Él joven Oliver Smith, es capaz de mantener tu nivel de vida, Él deberá darte la vida de princesa, que mi niña merece, y está dispuesto a hacerlo, Así que salud por la unión de nuestras familias, y la felicidad futura de la nueva pareja - Estábamos atónitos, ante aquella noticia, nos cayó como un balde de agua fría, Sara, comenzó a sollozar y las lágrimas empañaban la hermosura de su rostro, mi madre le dirigía una mirada severa, mientras le disculpaba argumentando una falsa emoción que sentía ante la  noticia.

   Mi boca estaba abierta de par en par y mis ojos casi salían de sus orbitas, sabía que esto pasaría pero aun así no podía creerlo; Oliver se regodeaba con su copa de vino falso y bromeaba con mis padres; de pronto Sara se puso de pie pidiendo permiso para ir al tocador, su "prometido" asintió como si fuese él quien debía autorizarla, esto me saco de mis casillas y m adelante un paso cerrando mis puños con fuerza, sin embargo los Smith no lo notaron, mi padre me tomo con fuerza por mi hombro y me sacudió fuertemente con una falsa risa; sabía lo que esto me vaticinaba pero en verdad no me importaba, quería ir detrás de Sara y abrazarla para asegurarle que todo estaría bien. Sentía un gran vació en el pecho y de pronto una mortificación me recorrió de pies a cabeza, intente zafarme del fuerte apretón de mi padre pero él se aferro mas fuerte a la base de mi cuello lastimándome. Sabía que Sara no estaba bien, sabía que estaba completamente destruida, porque afín de cuentas no podíamos estar el uno sin el otro. Éramos las dos caras de una misma moneda, las dos mitades de un solo YO. Mi respiración se entrecorto y mi visión se hizo borrosa, de pronto una fuerte presión en mi pecho me hizo caer de bruces sobre el suelo, haciendo lo único que podía, y que quería. - Sara...-  susurre.
   En cuestión de segundos supe exactamente que me pasaba, aquel estridente silbido emergía de de entre mis labios y una presión se abría paso en mis pulmones impidiendo que el oxigeno penetrase a ellos; mas de una vez había sufrido ataques de Asma, pero nunca de esa forma, mi madre chillaba de un lado a otro del salón mientras que mi padre y el señor Smith me sujetaban levantándome, sentí como mi frente se perlaba mientras respirar se hacía más difícil, pero en realidad no me importaba, solo quería ver a mi hermosa hermana, asegurarme de que estaba bien, de que no sufría. Unas gotas tibias rodaban por mis mejillas... ¿Estaba llorando?   
   Luche con todas mis fuerzas para permanecer despierto, pero el aplastante peso de mis parpados gano la batalla, lentamente mi visión se volvió completamente negra mientras escuchaba los gritos de mi madre, sentí el roce del asiento de cuero del coche en mi mejilla y un portazo cerca de mis pies me indico que íbamos al hospital de Dorking.
   Fui perdiendo la conciencia y me sumí en un largo sueño, no supe nada mas de mi... solo que una negrura inmensa y pacifica me rodeaba y me cubría con su manto.
   No sé cuánto tiempo permanecí en ese estado de sopor, solo que la presión de mi pecho desapareció un rato después; mi mente no se estaba quieta, veía imágenes que pasaban a una velocidad increíblemente rápida, en ellas el rostro de Sara resaltaba entre los demás: muestras múltiples fiestas de cumpleaños, juegos en el jardín, nuestras vacaciones en nuestra casa de Dorking, nuestras aventuras dentro de nuestra casa en Londres... de pronto comencé a escuchar una respiración acelerada y la voz de mi madre llamando al ama de llaves. En instantes sentí una dulce voz que conocía muy bien - Calma Andrew.... respira, todo está bien, aquella voz era la cariñosa nana de Sara, abrí los ojos, recuperando la visión lentamente. Pude entonces percatarme que estaba recostado en mi habitación de la casa del viñedo, el cuarto estaba apenas alumbrado por la luz de una vela que habían colocado sobre el pequeño gacetero que protegía mis libros favoritos. A mi lado se encontraba mi madre, sus ojos estaban rojo e hinchados al igual que los de la señora Smith que me veía con compasión. Les dedique una media sonrisa para indicarles que estaba bien, me incorpore lentamente hasta quedar sentado en la cama, sobre mi habían colocado un par de gruesas colchas y bestia un pijama que mi madre me había regalado la navidad pasada.
   La señora Smith me observo con ojos compasivos mientras que mi madre me apretaba contra su pecho y sollozaban cientos de cosas ininteligibles. Cuando por fin deshizo su fuerte abrazo el cuarto me daba vueltas, apreté los ojos fuertemente e inhale la mayor cantidad de aire que pude. Al abrir los ojos pude ver como ambas secaban sus lágrimas e intentaban calmar sus sollozos; algo me decía que lloraban por alguna razón que desconocía.
   Busque con la mirada por la habitación, buscando algún indicio de lo que pasaba, luego de varios segundos pude ver un pequeño papel rosa pálido doblado cuidadosamente bajo el platito de la vela; Aquello me causo el peor de los presentimientos. - Sara....- susurre con un hilillo de voz; rápidamente me deshice de las mantas que me cubrían y me levante de un salto, mis piernas se quejaron por la fuerza de mi salto y mis rodillas flaquearon pero no me detuve. Levante la vela y tome la pequeña carta. Me senté en la silla que mi padre había construido algunos veranos atrás y suspire profundamente antes de leerla.
   Al frente del papel, llevaba escrito mi nombre con la característica caligrafía de Sara. Al abrirla pude percibir el suave perfume que ella utilizaba, había diversos borrones de tinta, y podía palpar algunos lugares por los cuales habían caído sus lagrimas, su letra era ligeramente borrosa, lo que me indicaba, que cuando la escribió debía estar o muy apurada o muy nerviosa.
 Tenía miedo de leer sus palabras, era evidente que no estaba con nosotros, suspire, tratando de reunir en mis pulmones las fuerzas y el aire que necesitaba para poder soportar lo que en ella estuviera escrito; aclara mi visión y comencé a leer


Querido Andrew:
 Sé que cuanto leas esta carta, estaré muy lejos de ti, y me voy con la zozobra de no saber cómo te encuentras, pero con el ferviente deseo de que Dios te salve y proteja por muchos años. Lamento mucho no haberme despedido de ti; irme sin dar mayores explicaciones, pero debo partir. Tú sabes mejor que nadie que amo mi libertad, y nuestros padres querían cortarme las alas; y así no puedo vivir, me ahogaba en mis sufrimientos,  simplemente no podía tolerar su presencia, y aproveche la confusión para escapar.
   Perdóname por favor; te lo pido desde el fondo de mi corazón. Solo espero que puedas entenderme y perdonar mi error, pero no tenía otra salida. Considere incluso terminar con mi vida, pero soy demasiado cobarde para hacerlo, y jamás me atrevería a dejarte solo en este mundo. Sé que algún día se cruzaran de nuevo nuestros caminos, solo espero que ese día llegue pronto.
   Aun no se a donde iré, o como sobreviviré, pero seré fuerte, sabré arreglármelas. No te preocupes por mí, estaré bien si tú lo estás.

  Dios te bendiga y cuide siempre Andrew, y ojala me ayude a conseguir algún día tu perdón.

Tu pequeña niña.

Sara.

  Cada una de las palabras ahí plasmadas era como una puñalada en mi corazón; no podía creer que mi pequeña hermana, la luz de mis ojos no estaba, que se encontraba sola en medio de la noche. Rápidamente mi mente voló a lo peor: ebrios, ladrones... millones de peligros existentes en un mundo aparte del que nos crío y nos mantuvo encerrados; un mundo diferente al que nos habían brindado nuestros padres; un mundo del que ella no sabía nada, y ahora estaba allí, en medio de él con su inocencia a flor de piel.
  Pase mis manos varias veces por mi rostro intentando alejar las lágrimas que se agolparon en mis ojos, mi madre se acerco a mí lentamente y colocó su mano en mi hombro. Me sacudí violentamente y me libere de la presión que ejercía en mí. En mi interior la culpaba de todo, a ella y a mi padre los veía como los rotundos culpables de todo lo que había pasado. Me levante de golpe de la silla y me coloque unos vaqueros y una camisa de mangas largas, sin siquiera notar los rostros asustados que me veían, salí al recibidor y tome el primer abrigo que estaba sobre el perchero y salí a la fría noche; corrí imaginando donde estaría... el viñedo, el corral, el potrero... nada; la hermosa yegua que nuestros padres le habían regalado no estaba, se había ido.
   Me derrumbe en el establo, llore como un niño, desesperado, por no saber que podría haberle pasado, me partía el alma solo de imaginar los peligros a los que se estaría enfrentando. Comencé a hiperventilar, el aire me faltaba, pero yo necesitaba reunir fuerzas para buscarla, aunque el clima y mi condición física actual me lo impedían, trate de retomar el control. Pero estaba demasiado débil, escuche los pasos de mi padre que se acercaban a mí, trate de huir, pero mis piernas no respondieron, y caí de nuevo, perdiendo la conciencia por completo.
Abrí los ojos utilizando todas mis fuerzas, me sentía tan impotente y frustrado, como había dejado que mi pequeña hermana estuviese sola allí afuera. La luz del sol de mediodía que se colaba por la ventana de mi habitación me lastimaba los ojos; arrugue la frente y use mi mano como escudo para protegerme de la luz. Corrí las cortinas y entonces, fue cuando caí e cuenta donde estaba. Las paredes cubiertas con papel tapiz verde claro y un par de cuadros de botes, una estantería repleta de libros y una enorme y mullida cama. Ahogué un grito cuando por fin entendí que me encontraba en Londres. Cerré mis manos en puños y apreté mis dientes antes de salir de mi habitación con un portazo.

Llegué de un salto a la blanca puerta de madera que daba paso al cuarto de Sara. La abrí lentamente para confirmar mis peores suposiciones; la habitación de las mismas dimensiones de la mía estaba tapizada con un papel rosa pálido; la enorme cama con un amplio mosquitero estaba en la misma posición en la que el ama de casa lo dejaba cuando limpiaba, su cuarto estaba perfectamente ordenado y sin señales de mi hermana. Coloque mi mano en la fría pared negándome a dejar que el pánico se apoderara de mi cuerpo, no iba a caer de nuevo en esa debilidad, en esa desesperante negrura. Mi respiración rápidamente se acompaso de nuevo y me incorpore lentamente. Salí de la habitación a paso lamentable y cerré la puerta detrás de mí. Baje las largas escaleras de caracol hasta llegar al recibidor, mi madre estaba sentada allí, durmiendo tranquilamente con un libro en su regazo, una sonrisita se dibujaba en sus labios. La ira lleno mi cuerpo, mi visión se volvió vidriosa debido a las lagrimas que se agolpaban en mis ojos. Llegue a su lado de un salto y con un golpe seco el libro voló desde su regazo al suelo. Ella soltó un grito agudo y me miró con ojos como platos. Mis puños estaban apretados a mis costados y mis ojos lanzaban chispas.

Estaba siendo poseído por una increíble y repentina ráfaga de furia. Sentía como la impotencia se Apoderaba de mi conciencia. Mi madre comenzó a llorar, su cara reflejaba pánico, quise acercarme a ella, pero ella soltó un alarido, y unos minutos más tarde llegaron los criados, que al verme, se alejaron a una distancia prudente, suplicándome que me controlara; mi madre cayó al suelo, siendo presa de sus lagrimas. Mientras yo la odiaba cada segundo, más y más.

Los criados la ayudaron a ponerse en pie. Mi madre comenzó a suplicar que me calmara, en ese momento me di cuenta, de que tenia los puños tan cerrados, que me estaba causando daño, había olvidado que llevaba mis lentes en una mano, que ahora estaban hechos añicos; mientras la sangre escurría por el destrozado armazón. Comencé a sentir el dolor que producían. Los arroje lejos de mí, dejando una estela con mi sangre sobre el suelo de madera. Mi madre trato de acercarse con sumo cuidado, tanteando el terreno. Y yo le permití esa cercanía. Con su pañuelo comenzó a limpiar la sangre que salía a borbotones de mi mano. Con sumo cuidado, quito uno a uno los vidrios que llevaba enterrados. Sus manos temblaban al tener contacto con las mías, su vestido comenzó a bañarse en mi sangre, era una escena sumamente escalofriante. Los criados trajeron agua, para que ella enjuagara los paños con los que me limpiaba.

No podía odiarla, aunque hace unos segundos, lo había hecho. Su rostro, denotaba su enorme preocupación por mí; por primera vez desde que Sara se había marchado, sentí lastima y pena por ella. Comprendí que a ella la habían educado de esa manera,  pero en mi mente solo retumbaba el nombre de mi hermana, en ese momento derramaba sus lagrimas y sufría su dolor. Tomé aire hinchando mis pulmones hasta que me dolieron. Mi madre siguió vendando mi herida hasta finalizarlo en un fuerte nudo.

- ¿madre?- dije con un hilo de voz. Ella me miro directo a los ojos y por primera vez pude ver en ella verdadero sufrimiento.- ¿hace cuanto me trajeron a Londres?
-  hace un par de días cielo, tu padre ha vuelto a Dorking a buscar noticias de...- no pudo pronunciar el nombre de mi hermana, su voz se quebró y estallo en sollozos. La rodeé con mis brazos y sentí como mi camisa se humedecía con sus lágrimas. Poco a poco me incorporé levantándola suavemente del suelo y besé su frente.

Subí las escaleras de dos en dos y cerré la puerta de un golpe. Abrí un cajón en mi armario y saqué una pequeña caja navideña donde guardaba todos mis ahorros. Conté todo mi dinero y lo guardé en un pequeño saco de tela gris, lo coloqué en el fondo de mi maletín que rellené de ropa. Rápidamente tomé una pluma y un trozo de papel de mi escritorio; al fin y al cabo mi madre necesitaba una explicación de mi partida. Me apresuré a escribir, dejando manchones de tinta y tachones.

Decidí esperar a que todos estuvieran dormidos. Nadie conocía a Sara como la conocía yo. Tenía una leve idea, sobre los lugares a los que ella podría haber ido. Tome un mapa que tenía en mi escritorio, y tracé la ruta que habría de seguir. Solo me restaba esperar a que cada vela de la casa estuviese apagada para salir a hurtadillas.

Tuve que esperar algunas horas, hasta que la mansión quedo en completo silencio. Tome las pertenencias que había reunido para mi viaje. Hice una escala técnica, para obtener algunas provisiones de la cocina. Y me dirigí a las caballerizas.

Al llegar, estaba todo en completa oscuridad, busque una lámpara para alumbrar mi camino, hasta que pude encontrarla.  Me adentre en las caballerizas, mientras algunos de los animales se percataban de mi presencia, yo trataba de calmarlos para evitar que su ruido me delatara. Llegue hasta mi caballo, y lo ensille, y en menos de una hora estuvimos listos para partir.

Me cubrí con una oscura capa gris que había pertenecido a mi padre y salí cabalgando a medianoche. El cielo era cruzado por fuertes truenos y rayos que iluminaban todo por unos segundos; las calles de Londres estaban completamente solitarias, solo algunos hombres ebrios profundamente dormidos a las puertas de las tabernas y el ladrido de algunos perros en la lejanía. La leve llovizna que había amenazado toda la noche había sido sustituida por una lluvia torrencial, mientras que mi caballo corría y corría más aprisa, las gotas de agua rodaban por mi cuerpo empapándome por completo; por fin llegamos a la frontera del bosque con la ciudad. Me detuve unos instantes para echar la vista atrás, no había lugar para el miedo, mucho menos para el arrepentimiento. El simple hecho de pensar en Sara me daba fuerzas para ir a cualquier lugar.

5 comentarios:

Karen dijo...

WIIIIIIIIII
CHICAS AMIGOSOSAS QUE LES PUEDO DECIR...
ME TIENEN CON EL CORAZONCITO HINCHADO DE ORGULLO... QUE HISTORIA MAS LINDA...
SI LO SE APENAS ES EL PRIMER CAPITULO PERO REALMENTE ME HA ENCANTADO... ADEMAS DE QUE LA RELACION DE ESTOS GEMELOS ES INCREIBLEMENTE BONITAAAA....
ME DEJARON INTRIGADA Y PREOCUPADA... EN DONDE ESTARA LA POBRE SARA??
Y ESTE JAMES MAYORDOMO ES JAMES JAMES???
BUENO Y EL POBRE ANDREW CON EL ASMA :( PERO ADORO SU DETERMINACION POR ENCONTRAR A SU HERMANITA...
MUERO POR SABER QUE SUCEDERA MIENTRAS LA ENCUENTRA Y QUE ESTA VIVIENDO SARA....
CHICAS LAS ADOROOOOOOO
SON MIS AMIGOSOSAS DEL ALMA, ES UN ORGULLO QUE SEAN MIS AMIGOSOSAS...

Karen dijo...

PD ME ENCANTA HABER PODIDO SER LA PRIMERA EN COMENTAR XD JAJAJAJAJA...
EN SERIOOOO CHICAS PIEDADDDDDD YO QUIERO SABER MASSSS.....

Mapita:)*! dijo...

wow:D
creii qe lo subirian mañanaxD
pero qe bueno qe lo subieron hoy:D
esta historia ta me empezo a gustar:)
realmente qiero saber mas sobre andrew & sara:D
& qiero conocer masxD
llore con el capitulo:$
jaja pero qiero seguir leyendolaxD
me gusto mucho:D
besos chicas:D♥

fernanda dijo...

me encanto es muy interesan te un pregunta cuando escribes nuevos capitulos

Mandy dijo...

WOWWW, NO SE COMO LO HACEIS PERO SIEMPRE ME ENGANCHAIS NADA MAS CON EL PRIMER CAPITULOOO....

ME ENCANTA LA CONEXION DE ANDREW CON SARA. TIENE QUE ENCONTRARLAAAA!!!

UN BESAZO AMIGAS

MANDY

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Gracias por Leernos